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Rey Midas y el toque de oro

Hace muchos años vivía a un rey llamado Midas.

Rey Midas tenía una pequeña hija, cuyo nombre era caléndula.

Rey Midas era muy, muy rico. Se decía que tenía más oro que cualquier otro rey en el mundo.

Una habitación de su gran castillo estaba casi lleno de piezas de oro amarillos.

 Por fin el rey creció tan encariñado con su oro que lo amaba más que cualquier otra cosa en todo el mundo

Le encantó incluso mejor que su propia hija, caléndula rosy-cheeked poco querido. Su gran deseo parecía estar cada vez más oro.

Un día mientras estaba en su cuarto oro contando su dinero, un hermosa hada chico estaba delante de él.

La cara del chico brillaba con una luz maravillosa, y tenía alas en su gorra y alas en los pies. En su mano llevaba una varita de aspecto extraño, y la varita también tenía alas.

"Midas, usted es el hombre más rico del mundo," dijo el hada. "No hay ningún rey que tiene tanto oro como tú."

"Eso puede ser," dijo el rey. "Como ves, tengo este cuarto lleno de oro, pero me gustaría mucho más; para el oro es el mejor y lo más maravilloso del mundo. "

"Está seguro?" preguntó el hada.

"Estoy muy seguro," respondió el rey.

"Si yo debería concederte un deseo," dijo el hada, "pediría más oro?"

"Si"pudiera tener un deseo, dijo el rey, "Le pediría que todo lo que toco debe convertir en oro amarillo hermoso".

"Se concederá su deseo", dijo el hada. "En la mañana por la mañana amanecer el más mínimo toque convertirá todo en oro. Pero te advierto que tu regalo no te hará feliz.

"Tomaré el riesgo," dijo el rey.

Al día siguiente rey Midas se despertó muy temprano. Estaba ansioso por ver si la promesa de la hada se había hecho realidad.

Tan pronto como el sol se presentó él intentó el regalo al tocar la cama ligeramente con la mano.

La cama se convertía en oro.

Tocó a la silla y la mesa.

Al instante se convirtieron de oro macizo.

El rey estaba loco de alegría.

Corrió alrededor de la sala, todo lo que veía tocando. Su regalo mágico todo volvió a brillar, oro amarillo.

El rey pronto sintió hambre y fuimos a comer su desayuno. Ahora pasó algo extraño. Cuando levantó un vaso de agua clara y fría para beber, se convirtió en oro macizo.

Ni una gota de agua podría pasar sus labios.

El pan se convertía en oro bajo sus dedos.

La carne era difícil y amarillo y brillante.

No es una cosa podría llegar a comer.

Todo era oro, oro, oro.

Su pequeña hija entró corriendo el jardín.

De todas las criaturas vivientes era el más querido para él.

Tocó con sus labios.

Al mismo tiempo la niña fue cambiada a una estatua de oro.

Un gran temor se arrastró en el corazón del rey, barriendo toda la alegría de su vida.

En su dolor llamó y exhortó a la hada que le había dado el don del toque de oro.

"Hada O", rogó, "Llévate este regalo dorado horrible! ¡ Todos mis tierras. Tome todo mi oro. Todo, sólo Devuélveme a mi hija".

En el momento de la hermosa hada estaba de pie delante de él.

"Todavía crees que el oro es lo más grande en el mundo?" preguntó el hada.

"¡ No! ¡ No!"gritó el rey. "Odio verte la cosa amarilla".

"Estás seguro que no desea el toque dorado?" preguntó el hada.

"He aprendido la lección", dijo el rey. "No creo que oro lo más grande en el mundo.

"Muy bien", dijo el hada, "tomar esta jarra para la primavera en el jardín y llenar con agua. Luego Espolvoree aquellas cosas que ha tocado y se convertía en oro".

El rey tomó la jarra y se apresuraron a la primavera. Corredor primero había salpicada la cabeza de su querida niña. Al instante ella volvió a su querida caléndula y le dio un beso.

El rey había espolvoreado el alimento dorado, y a su gran alegría volvió a verdadero pan y mantequilla.

Luego él y su pequeña hija se sentaron a tomar el desayuno. ¿Qué tan bueno probado el agua fría. ¿Cómo ansiosamente el rey hambriento comió el pan y la mantequilla, la carne y toda la comida!

El rey odiaba su toque de oro tanto que había salpicado incluso las sillas y las mesas y todo lo demás que regalo de la hada se había convertido en oro.